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El ajo, el majuelo o espino albar y las hojas de olivo se han empleado tradicionalmente para tratar la hipertensión.
Ajo: es recomendable tomar dos dientes de ajo crudo al día, como condimento culinario para que resulte más agradable. Sólo hay que tener cuidado con sus desventajas: aparte del mal aliento, puede provocar sudoraciones y mareos, irritación de la boca, el esófago y el estómago, náuseas y vómitos. Las reacciones alérgicas son poco frecuentes, pero el ajo aumenta el riesgo de hemorragia si se toma con anticoagulantes o anti agregantes plaquetarios.
Espino blanco: utilizado por los médicos para el tratamiento de la hipertensión, la angina de pecho, las arritmias y la insuficiencia cardíaca congestiva. Aunque se considera un tónico cardiovascular, su efecto hipotensivo es leve. Se suele combinar con hoja diente de león y valeriana. La dosis de la hoja de majuelo con flor es, por lo general, de 2 a 3.5 gramos por día en una infusión o tisana, o la dosis equivalente en tintura.
Hojas de olivo: entre sus compuestos, la oleoeuropeína le otorga propiedades antihipertensivas por su efecto vasodilatador periférico, espasmolíticas, coronariodilatadoras y antiarrítmicas. Los flavonoides, triterpenos y sales potásicas producen un efecto diurético. Para la infusión de las hojas si es posible se eligen los brotes nuevos o renuevos del olivo. Se prepara una cucharada sopera por taza y se infunde por diez minutos. Se toman tres o más tazas al día antes de las comidas.
En caso de hipertensión hay plantas que no deben ser consumidas en ninguna forma: tabaco, regaliz, la efedra, el café y el ginseng, ya que cualquiera de ellos eleva la tensión arterial.
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