Si deseas mantener las propiedades de las plantas curativas, debes secarlas para poder conservarlas, y hay que realizar un correcto secado para su posterior conservación. De esa forma podrás tener tu propia “farmacia naturista” en casa y beneficiarte de ella cuando lo necesites.
El secado de una planta no es más que el proceso de extracción de su humedad, evitando así que se malogre o pudra, y pierda los principios activos, además de permitir que puedas almacenarla por un buen tiempo y luego utilizarla. Es muy importante que el lugar de secado de las plantas esté bien ventilado, ya sea fresco o cálido, pero siempre seco para que la humedad no dañe las plantas.
Un lugar con buenos ventanales, protegidos por persianas de manera que no entren los rayos del sol, es el ideal. De esta manera, el secado es más rápido y se conservan mejor.
Antes de poner a secar las plantas, debes lavarlas con agua limpia para quitarles el polvo y cualquier suciedad que tengan. Para el secado, ata los tallos de las plantas en ramilletes y colócalos boca abajo, separados unos de otros, para permitir una correcta circulación del aire entre ellos. Coloca las hojas y las flores, por separado, sobre una rejilla en una sola capa, girándolas frecuentemente hasta que estén secas. Sabrás que están secas cuando las toques y crujan.
Las raíces debes lavarlas bien para quitarles la tierra, luego cortar los nudos y la pequeñas raíces, y cortarlas en trozos de unos 2,5 cm.
Ponlas sobre una rejilla o cuélgalas. Cuando tengan un aspecto leñoso es porque ya están secas.
Secar las plantas al aire libre y al sol es también un método sencillo y rápido, que lograrás exponiéndolas desde unas horas hasta semanas.
Pero debes proteger las plantas por la noche debido a la humedad. Este tipo de secado no es conveniente para plantas aromáticas, ya que pierden sus aceites esenciales y principios activos por los rayos ultravioleta. En cambio, este secado es ideal para plantas poco acuosas, como tomillo o romero.
Después de secar las hierbas, debes guardarlas en recipientes para su correcta conservación.
El secado de una planta no es más que el proceso de extracción de su humedad, evitando así que se malogre o pudra, y pierda los principios activos, además de permitir que puedas almacenarla por un buen tiempo y luego utilizarla. Es muy importante que el lugar de secado de las plantas esté bien ventilado, ya sea fresco o cálido, pero siempre seco para que la humedad no dañe las plantas.
Un lugar con buenos ventanales, protegidos por persianas de manera que no entren los rayos del sol, es el ideal. De esta manera, el secado es más rápido y se conservan mejor.
Antes de poner a secar las plantas, debes lavarlas con agua limpia para quitarles el polvo y cualquier suciedad que tengan. Para el secado, ata los tallos de las plantas en ramilletes y colócalos boca abajo, separados unos de otros, para permitir una correcta circulación del aire entre ellos. Coloca las hojas y las flores, por separado, sobre una rejilla en una sola capa, girándolas frecuentemente hasta que estén secas. Sabrás que están secas cuando las toques y crujan.
Las raíces debes lavarlas bien para quitarles la tierra, luego cortar los nudos y la pequeñas raíces, y cortarlas en trozos de unos 2,5 cm.
Ponlas sobre una rejilla o cuélgalas. Cuando tengan un aspecto leñoso es porque ya están secas.
Secar las plantas al aire libre y al sol es también un método sencillo y rápido, que lograrás exponiéndolas desde unas horas hasta semanas.
Pero debes proteger las plantas por la noche debido a la humedad. Este tipo de secado no es conveniente para plantas aromáticas, ya que pierden sus aceites esenciales y principios activos por los rayos ultravioleta. En cambio, este secado es ideal para plantas poco acuosas, como tomillo o romero.
Después de secar las hierbas, debes guardarlas en recipientes para su correcta conservación.
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